Hace veinte años…

Hace exactamente veinte años, mi país querido volvió a repetir su historia, sencillamente porque nunca la aprendió.

Hace veinte años, diputados, senadores, jueces, fiscales y otros funcionarios importantes fueron echados a la calle por militares, saliendo confusos, resignados, en medio de los tanques que habían sitiado amenazadoramente los edificios públicos. Algunos rostros visibles y opositores al régimen fueron perseguidos y secuestrados. Muchos medios de comunicación fueron tomados bajo control. Todo fue muy bien calculado. Todo estaba previsto.

¿Quién fue el insurgente que hizo todo esto? No, no fue un insurgente, fue el mismísimo presidente constitucional de la República, electo en 1990. Los peruanos estábamos confundidos: ¿cuándo había sido la última vez que habíamos visto esto? Muchos apenas lo leyeron en los libros de historia, pues fue el 3 de octubre de 1968. En ese año las fuerzas armadas se hicieron con el poder político, el cual retuvieron por doce largos años hasta no les quedó más remedio que entregarlo en 1980.

Este presidente constitucional, que juró por la Constitución de 1979 -esa tan celebrada por ser de aquellas cartas magnas latinoamericanas elaboradas, con gran entusiasmo y sentimiento democrático, después de la dictadura militar-, decidió pulverizarla, aniquilarla, pues optó por disolver el Congreso y dejarla en suspenso (!). Pero nosotros, los peruanos, no salimos a las calles. Tampoco se percibió algún tipo de malestar generalizado, sino todo lo contrario: lo aplaudimos, lo celebramos. «¡Por fin esos parlamentarios haraganes y esos jueces corruptos se largan a sus casas!», decían algunos. «¡Qué bueno que alguien ponga orden en este país de mierda!», decían otros. La aprobación de la ruptura flagrante y delincuencial del orden constitucional tuvo la aprobación del 80% de mis compatriotas, ni más ni menos.

¿Qué motivó a este presidente a destrozar la democracia de esta manera? Fueron muchas las razones, pero, qué duda cabe, la principal fue la creación de una nueva Constitución (que se otorgó en 1993) donde se cambiaron muchas cosas, entre ellas la reeleción presidencial, la cual se consumó en 1995. Esto también estaba calculado, por supuesto. Así, el latrocinio estaba consumado: Fujimori gobernaría a placer hasta el año 2000, con el Congreso siempre a su favor, con sus jueces, sus fiscales, sus funcionarios. «Después ya veremos cómo nos perpetuamos en el poder», habrá dicho el siniestro asesor de Fujimori, el que planeó todo desde el comienzo. Pero ellos no sabían que la tiranía iba a caer de una forma insospechada.

Doce años de dictadura seguidos de doce años de democracia y, después de ocho años de dictadura nuevamente, estamos por llegar al duodécimo año de gobiernos democráticos ininterrumpidos. ¡Qué caprichosa nuestra historia! Pero vale la pena preocuparse por la terrible fragilidad de nuestra democracia, y no sólo por caudillos mesiánicos que querían transformar el mundo o que querían implantar una nueva dinastía, sino por los propios peruanos que, cual jumentos, hace veinte años, se doblegaron y se dejaron convencer por los engaños de un delincuente, y que hasta ahora, rebuznando, defienden el golpe y/o quieren un «gobierno con mano dura» para que solucione los problemas del país. Peruanos de ese tipo no se necesitan, ellos son totalmente prescindibles en el programa de recuperación de la conciencia democrática, esa que nos despojaron, esa que venimos ganando lentamente, paso a paso.

Hace veinte años el Perú estaba moralmente quebrado: el pueblo jamás asumió que la libertad y la democracia son lo más preciado que pueden tener, y por eso mansamente la volvieron a entregar. Hoy, porque las generaciones cambian y tenemos nuevos jóvenes, se puede decir que estamos un poco mejor.

***

PS: Y porque nunca, NUNCA, debemos repetir nuestra triste historia, siempre es bueno recordarla. Aquí va un recuento bastante riguroso sobre lo que ocurrió ese día 5 de abril de 1992, exactamente hace veinte años.

http://es.wikipedia.org/wiki/Autogolpe_en_Per%C3%BA_de_1992

4 Comments on “Hace veinte años…”

  1. Interesante tu comentario acerca del autogolpe de 1992, querido Renzo, sólo quiero añadir que ese golpe se dio con una cómplice venia de la mayoría de peruanos, y sustentado por el descrédito labrado por el mismo Parlamento, lleno de congresistas parecidos a los de hoy . 20 años después una buena cantidad de ciudadanos aún no ha internalizado los valores democráticos y eso puede apreciarse en todos los estamentos, y aún en grupos políticos, pareciera que sólo nos acordamos de la democracia cuando hay una elección, y como bien sabemos, democracia no es sólo elegir a nuestros representantes, sino pedirles cuenta, fiscalizarlos, etc, eso es lo que no internalizamos aún, y seamos sinceros, a la clase política del país no le interesa que lo aprendamos, ¿te imaginas a esa clase de políticos robaluz, comepollo, etc diciendo al pueblo que tienen el derecho de pedir cuentas? Y por el contrario distinta sería nuestra democracia si aprendiéramos a hacerlo.

  2. Querido David, gracias por comentar. Como bien dices, hasta hoy muchos de nuestros compatriotas aún no valora el hecho que vivamos en democracia, pero, felizmente, hay otros que sí lo hacen, como tú o como yo. ¡Un gran abrazo!

  3. Acotando lo que dice davidgarciasanchez, es que por estos lares, donde se habla español o castellano, no conocemos la palabra «accountability», palabra de voz inglesa a la que se le da la traducciónde «transparencia», pero que como he dicho al no tener traducción literal al español, ha sido interpretada tanto como: «la obligación legal y ética, que tiene un gobernante de informar al gobernado sobre como ha utilizado el dinero y otros recursos que le fueron dados por el pueblo para emplearlos en beneficio del pueblo gobernado y no en provecho de los gobernantes de turno». Y por cierto, tampoco se da la acción de «accountability» por parte de nuestros gobernantes. Y los gobernados, es decir,nosotros los ciudadanos, tampoco exigimos esa acción. Pero la ciudadanía está cambiando, confío, los jóvenes se preparan, se forman, se informan, empiezan a ejercer sus derechos como ciudadanos y ciudadanas.
    Enhorabuena a renzocavani por el artículo que aún contiene su vigencia.

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