Quiero ser juez supremo
Quiero ser juez supremo.
No es por un tema de vanidad. Tampoco por un tema de tener poder. Tampoco por sentir que me lo podría merecer por llegar a ser un gran académico o juez de carrera. Mucho menos con el objetivo de ganar dinero (quisiera no necesitarlo para ese momento).
Yo quiero ser juez de la Corte Suprema de Justicia peruana porque, entristecido, veo cómo es que, cada día que pasa, se pierden oportunidades valiosísimas para cambiar el país; veo mezquindad en el trabajo con el ordenamiento jurídico; percibo conformismo para poder emprender reformas institucionales; compruebo desorientación al momento de sugerir reformas legislativas. Inclusive, recibo noticias de malas prácticas, inmoralidades, corrupción.
Quiero ser juez supremo porque creo que nuestra Corte Suprema debe cambiar su historia, en la que no hubo poco sometimiento a viles presiones del poder político y económico. Quiero ver a nuestra Corte Suprema como un actor político del sistema, que inspire el máximo respeto; que se le critique, sí, pero no por decisiones que no pasan el más mínimo test de una argumentación sólida, sino por opciones debatibles y delicadas, pero bien fundamentadas. Y es que no debe olvidarse nunca que los miembros de la Corte Suprema son tan importantes como los del Tribunal Constitucional.
Quiero ser juez supremo para que podamos tener un sólido sistema de precedentes, el cual, lejos de ser una importación acrítica de otras realidades, responde a la necesidad de racionalidad para que los ciudadanos sepan cuáles son las consecuencias de las decisiones de su vida diaria. Y es que hoy vivimos en la más pura incertidumbre, en donde las contradicciones en las sentencias supremas seguramente benefician a unos pocos, pero, en definitiva, no a la sociedad como un todo.
Confieso, sin embargo, que no sé si me animaré a postular cuando llegue a la edad mínima requerida (45 años, siendo que hoy tengo 29). Reflexionaré si, en ese momento, poseo un conocimiento jurídico y una madurez emocional suficiente para enfrentar ese desafío. Tendré que tomar la decisión definitiva con mi familia, pues ellos también serán parte de esa nueva vida de tensiones y responsabilidades.
Pero tampoco sé si, luego de postular, llegue a ser juez supremo. No ignoro que dependeré, en gran medida, de los vicios del sistema, del compadrazgo, de influencias políticas externas, de evaluaciones de mi saber jurídico por profesionales ajenos al derecho. Pero por más que el orgullo quiera ganar su partida, será necesario controlarlo y encarar todo un proceso con humildad.
Y, si llego, sé que no podré hacer todo lo que quisiera para cambiar la cara de la Corte Suprema ante la opinión pública, los otros poderes del Estado, los ciudadanos con hambre de justicia. Muchos buscarán impedirlo, comenzando, seguramente, por algunos colegas jueces que no compartirán mi visión. No será fácil convencerlos ni saber lidiar políticamente
Pero si llego, hoy, a los 29 años, siento que no bajaré los brazos en la lucha, al menos para que, al momento de mi retiro, otros puedan continuarla. Y, sobre todo, ser recordado por eso.
Si de verdad tiene esos ideales en su corazón y espíritu. Para que esperar tanto?, postulese ya para juez de paz letrado o especializado. Tiene lo importante que es el deseo de hacer las cosas bien como debe de ser. Estoy convencido que para ser un buen juez supremo es importante tambien haber padecido y vivido lo que hoy padecen los jueces actuales. Ejemplo de lo contrario usted ya lo advirtió y comentó con certeza, de uno que retrocede creyendo que avanza. Eso pasa cuando no se conoce la realidad y no la ha vivido. Le recomiendo esa experiencia.
Apreciado Abel, agradezco la recomendación, pero me veo obligado a declinar por razones muy simples: hoy gerencio una empresa, doy clases, estudio, escribo, viajo con frecuencia y haré mi doctorado fuera del Perú. Nada de eso podría hacer si entrase como juez de paz o especializado. Además, la verdad es que no tengo ningún interés en serlo. Solo quisiera ser juez supremo. Para ser juez supremo no hay que haber sido juez antes ni tener una carrera judicial. Yo quiero llegar para aportar desde mi experiencia como académico; y para ello debo estudiar con fuerza por lo menos unos veinte o treinta años más. Pienso que la labor que el juez supremo desempeña tiene una función muy diferente a la de los demás, en donde, siendo la interpretación la principal preocupación, es positivo que exista una pluralidad de ideologías, visiones y experiencias allí. Más o menos como existe en el TC actual.
¡Gracias por comentar!
Un abrazo cordial,
Renzo
UNA GOLONDRINA NO HACE VERANO
La aspiracion personal de ser juez supremo es insuficiente para el proposito perseguido. Es como aspirar a ser un politico idealmente concebido, no corrupto, no comprometido con intereses de los inversionistas extranjeros. Ambas aspiraciones son ideales, cuya eficiencia depende de la organizacion y las circunstancias. En contrario, es solo un sueño individual para ser un hombre ejemplar en una sociedad donde predomina el interes personal y la conveniencia
Claro, querido Alejandro. Eso lo digo en el artículo.
Abs!
Renzo
Hola Renzo, comparto tus ideas y desde mi expertise te digo que efectivamente como le dices a Abel, para ser supremo no es necesario, de ningún modo, haber empezado desde «abajo», yo lo fui, en calidad de suplente (supernumerario actual) y vaya que, modestamente, aporté, yendo del sector privado al público, una frustración grande en términos de gestión y procesos, pero estoy convencido que el Poder Judicial, pese a todo, puede cambiar y mejorar, incluso con el mismo presupuesto.
Por qué no empiezan por contratar un Gerente General A-1? Los intereses una vez más.
Sin embargo, quisiera ser Fsical Supremo en lo Civil, para que mis dictámenes sean un referente obligado y no uno más que, no pocas veces, con razón se dejan de lado «in limine.»
Saludos.
Gracias por tu valioso comentario, apreciado Hebert. Por cierto, contratar a un gerente general es una brillante idea. Creo que allí es donde comienza todo.
Sobre tu deseo, ojalá te animes: necesitamos personas como tú, en lo más alto, tomando grandes decisiones.
¡Abrazos!