«Demokratización» del Poder Judicial… con «K» de Kirchner

Para nadie es extraño que la piedra en el zapato de Cristina Fernández tiene un nombre: Clarín. Y claro, tener a la prensa comprada es clave para cualquier gobierno autoritario; de lo contrario, la manipulación del pueblo no tiene cómo funcionar. Infelizmente para Cristina, los diarios controlados por Clarín ejercen una fortísima oposición, mucho más de la que ella hubiera deseado.
Por eso es que ahora Cristina ha puesto en la mira a aquel ente que está posibilitando que Clarín siga haciéndole la vida imposible: el Poder Judicial argentino. Ello no sorprende: históricamente el Poder Judicial siempre ha desempeñado un papel de contendor del Ejecutivo. Los ejemplos abundan: desde el conocido caso del juez Coke en la Inglaterra del siglo XVIII, pasando por los rebeldes Parlémens franceses, hasta la Supreme Court estadounidense. Por eso es que un gobierno autoritario no quiere jueces con poder sino todo lo contrario: jueces sumisos, marionetas que se muevan a su antojo. Exactamente como lo que ocurre en Venezuela y su vergonzoso Tribunal Supremo.
Cristina habló de una democratización del Judicial, esto es, un proyecto en donde se busca, entre otras cosas, que el Consejo Nacional de la Magistratura argentino -órgano encargado de administrar el aparato judicial, de nombrar jueces, fiscalizar la labor judicial, etc.- sea elegido por el pueblo; una reestructuración de las cámaras de apelación; y que se implemente el acesso a la consulta de causas vía internet.
No obstante, todo eso es una fachada: la auténtica «democratización» que busca Cristina -o al menos lo que ella entiende por esa palabra- se encuentra en la modificación a la Ley de Medidas Cautelares. ¿Qué es lo que se quiere cambiar? Apenas un «detalle»: prohibir que se dicten medidas cautelares sobre cuestiones patrimoniales en procesos contra el Estado, salvo -como consta en el proyecto- que exista riesgo contra la vida o daño irreparable. La intención es más que evidente: Cristina quiere que el Poder Judicial no siga interfiriendo en su deseo de acabar con Clarín. Se trata, por tanto, de una «democratización a lo Kirchner», o sea, a la bruta, con prepotencia. Una demokratización con K.
La restricción de las medidas cautelares con contenido patrimonial contra el Estado es común en muchos ordenamientos. La razón reside en el tema del presupuesto público. Pero más allá de si ello es correcto o no (en mi opinión, el tema del presupuesto no puede ser argumento válido para justificar una negación de una tutela efectiva de los derechos), es claro que Cristina no está preocupada con ese tema, sino sencillamente blindar el accionar de su gobierno atando de manos a los jueces argentinos. Ella dice que las medidas cautelares han generado injusticia e inequidad, y que por tanto habría que proteger a la sociedad de los abusos de los jueces. Ese razonamiento es, cuando menos, curioso: al restringir las cautelares en los procesos contra el Estado lo que está haciendo es, en realidad, desproteger a los ciudadanos que reclamen con justicia una prestación económica por parte del Estado (al final, «cuestiones patrimoniales» es un término vaguísimo). Pero claro, en su discurso político esta simple y cristalina constatación estuvo muy bien ocultada.
Aquí no interesa si el Poder Judicial argentino concedió bien o mal esas medidas cautelares que inaplicaron la Ley de Medios en favor de Clarín. Esa es harina de otro costal. De lo que se trata aquí es de un típico e inveterado intento por maniatar a los jueces, los únicos funcionarios capaces de frenar las afrentas del gobierno contra los derechos de los ciudadanos. Atacar al Poder Judicial es atacar las necesidades de tutela de tus gobernados, Cristina.
Finalmente, no queda más que esperar que lo dicho por Ricardo Luis Lorenzetti, presidente de la Corte Suprema argentina, se concrete a pesar de todo lo que Cristina haga: «La Corte debe proteger la libertad. Los argentinos tenemos el derecho a vivir conforme a nuestras decisiones personales si que exista nadie con el poder de dirigirnos. No hay que tener miedo a la libertad ni miedo a quienes quieren restringirla«. Si esa ley llegase a prosperar, ojalá que los jueces estén a la altura de decirle un rotundo «no» a Cristina y a su autoritarismo. La libertad de todos los argentinos estará, una vez más -y todas las veces que sea necesario- en sus manos.