¿Cómo enfrentar una «tesis» de pregrado? Algunos consejos para no morir en el intento

Estando cerca el momento de regresar al Perú y, por tanto, de comenzar a realizar mi sueño de volver a las aulas universitarias (esta vez como profesor), a partir de conversaciones con varios amigos vengo pensando, entre cosas, qué tipo de consejos dar a aquellos muchachos que se encuentran ante la difícil tarea de realizar una tesis (rectius: trabajo de conclusión de carrera). Más allá de los temas metodológicos más específicos, pienso que un punto absolutamente esencial es la delimitación del tema. Ello no sólo tiene que ver con qué va a decirse o la extensión y profundidad de la investigación o la forma cómo ella será llevada a cabo, sino -y aquí el punto- con la madurez del investigador.

Por experiencia propia, soy un firme defensor que alguien que quiere optar el título de abogado (o de bachiller, de ser el caso) no debe hacer una tesis. Esto no quiere decir más que lo siguiente: no es necesario que innove, que aporte algo nuevo. Una buena investigación es más que suficiente. Pero hablar de «buena investigación» aún es abstracto. Aquí viene el tema de la madurez: alguien que aún cursa el pre-grado, por lo general, no tiene suficiente experiencia para realizar afirmaciones categóricas, para cuestionar doctrinas o para verificar fallos en alguna teoría, ni mucho menos para inventar una nueva. En mi opinión, eso es así porque no tiene el volumen de lecturas exigido y, principalmente, porque no pensó lo suficiente sobre el tema. Todo eso exige mucho tiempo, esfuerzo y dedicación, cosa que en la universidad, ante la pléyade de materias, es muy difícil conseguir.

Muy bien. ¿Qué tipo de investigación realizar entonces? Aquí es fundamental el papel de un asesor. En mi opinión, yo sugeriría, en primer lugar, desarrollar un trabajo expositivo y no propositivo. Una tesis siempre tiene que ser propositiva, se tiene que proponer algo, y ese algo tiene que ser nuevo. Un trabajo expositivo consiste tan solamente en mostrar el estado de cosas de un tema. Aquí no entra la opinión del investigador; éste se limita a decir qué es lo que otros autores dijeron. No realiza interpretaciones ni críticas. Ello no obsta, es claro, de ofrecer opiniones (v. gr.: «la doctrina de tal autor se encaja en tal corriente»), pero ellas no son el cierne del trabajo, sino la exposición misma.

Así, si yo estuviese a cargo de asesorar u orientar a algún estudiante, comenzaría por delimitar un tema extremadamente específico y, posteriormente, ofrecer las siguientes alternativas: (i)  realizar la revisión de la  doctrina más significativa al respecto (podría, inclusive, delimitarse a un país, región o familia –civil law, common law) mostrando la evolución y el estado de cosas; (ii) analizar el tema a partir de la experiencia jurisprudencial de un tribunal concreto (lo cual lleva también a revisar la doctrina pertinente); (iii) examinar ese tema en la perspectiva de un autor, lo cual implica profundizar, en grado aceptable, en su obra y en los textos pertinentes de otros estudiosos. Las tres alternativas me parecen altamente viables. En lo personal, trataría, con ahínco, que mi entusiasta asesorado no huya de esos límites para que no muera en el intento, como diría el entrañable Carlos Ramos Núñez en su ya clásico libro.

Alguien diría que es mezquindad o conformismo. Yo respondo: lo perfecto es enemigo de lo bueno. Alguien insistiría que no hay que cortar las alas al alumno. Yo respondo: habrá tiempo para que ese alumno, con mayor madurez, vuele a sus anchas y con libertad. Otro diría que trabajos como esos no contribuirían con gran cosa. Yo respondo: la contribución de cada uno tiene que ser correctamente dimensionada conforme sus limitaciones y capacidades, pero yo dudaría mucho en negar la importancia de estudiar el legal aid en la doctrina italiana de la década del 70 en adelante, de reflexionar sobre el desarrollo del derecho fundamental a la igualdad procesal en la jurisprudencia de la Corte Europea de Derechos Humanos o analizar la ponderación en el pensamiento de Robert Alexy. Aún más: limitándose a esos temas pienso que podría realizar un aporte mucho mayor (inclusive pensando en una futura publicación) que abordar un tema ambicioso pero mal desarrollado.

Pienso que el alumno debe colocarse metas que realmente puede alcanzar. Además del tema, está el bendito plazo y la necesidad de culminar una etapa en tiempo razonable, para comenzar otra. Es necesario ser bachiller o abogado pronto, sin dilaciones indebidas ni obstáculos innecesarios. El tema, la forma de abordarlo y la cantidad de páginas trabajan en función de aquellos dos primeros factores. Por eso es que el asesor, por más que no conozca el tema a profundidad, es fundamental e imprescindible. Su experiencia es determinante.

Y a ti, querido alumno de pregrado que lees estas líneas y podrías haber quedado un poco decepcionado, piensa de la siguiente manera: tendrás más oportunidades para hacer ese trabajo que tanto anhelas. Y cuando llegue ese momento, verás que estarás mejor preparado para enfrentar el desafío.

4 Comments on “¿Cómo enfrentar una «tesis» de pregrado? Algunos consejos para no morir en el intento”

  1. Renzo, la frase que acuñas: lo perfecto es enemigo de lo bueno, es realmente sugerente y considero que marca el antes y el después del inicio y conclusión de una tesis. Para aquellos perfeccionistas, me incluyo, tal dicere es excelente.
    Saludos cordiales,
    Hebert

    • Querido amigo, no es una frase mía. Imagino que debe tener un buen tiempo. Por lo menos mis padres la llevan incorporada. El perfeccionismo, por cierto, jamás lleva a buen puerto, no sólo porque no existe (siempre habrá manera de criticar, sobre todo si alguien leyó más que nosotros) sino también porque un trabajo apenas tiene que ser lo suficientemente bueno, de acuerdo con lo que se quiere conseguir.
      Abs!
      Renzo

  2. No porque se una tesis de «pregrado» debe ser a medias; una investigación es una investigación y punto. Un estudio de Savigny, a sus 22 años, (posesión) remeció a la Alemania del S. XIX por completo, con su lógica solamente instaríamos al plagio y la falta de originalidad, Como citar autor tras autor haciendo ideas ajenas nuestras y elevando a sumo grado la influencia sectorial de las doctrinas, posturas etc etc.
    Bueno las medidas administrativas que tomen las universidades, para esto, ya es otra cosa.
    Saludos.

    • Estimado L., gracias por comentar. Algunas cosas:
      (i) Dices que hay un sólo tipo de investigación, pero parece como si sugirieses, por lo menos, dos cosas: (a) que no existe diferencia entre una investigación descriptiva y propositiva (lo cual sí existe, salvo engaño); (b) que no habría diferencia entre la profundidad y la metodología que debería ser empleada en una investigación de pregrado, maestría y doctorado (lo cual definitivamente sí la hay).
      (ii) En la época de Savigny existía una formación diferente. Sería una irresponsabilidad que un muchacho de 22 años, hoy, trate de realizar una obra como la que citas. Te desafío a que lo consultes con un metodólogo.
      (iii) Cuando yo sugiero una investigación descriptivo nunca hice alusión a la forma. Citar autor tras autor no es algo que yo recominedo ni que haya recomendado. Algo muy diferente es realizar una exposición de un pensamiento sobre un tema. Nuestras ideas vienen, por ejemplo, en la sistematización. Mi idea es muy simple: no tratar de inventar la pólvora ni de proponer algo que la sustituya. Uno, porque ya la han inventado; dos, porque un alumno de pregrado no está en la capacidad para demostrar esa «sustitución».
      Saludos.

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