Perú y el Mundial: de regreso a la sensatez

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Artículo publicado el martes 10 de septiembre en Consulta Previa.

Ayer leí un artículo publicado en “La Mula” que circuló por las redes sociales sobre el último fracaso de la selección peruana y la búsqueda por culpables. En vez de eso –sostiene el articulista– hay que darnos cuenta que estamos dejando plata a la Federación Peruana de Fútbol (FPF) a pesar del cuantioso precio  de las entradas, y que, además, estamos siendo manipulados por las empresas que auspician a la selección, a fin de que compremos sus productos, aun valiéndose de lamentables comerciales. La solución del autor antes este panorama es que, a manera de protesta, dejemos que ir al estadio y de comprar lo que nos quieren vender, para darle en donde más le duele a todos aquellos que lucran con nuestro amor por el Perú: el dinero.

No obstante, a pesar de que el reclamo es absolutamente válido e, inclusive, el diagnóstico es correcto, quedé realmente perplejo cuando el autor afirma que “luego de ese sueño [que no vayamos al estadio, no caigamos en el consumismo] recién se van a ver cambios”… sin decir exactamente cuáles serán éstos. ¿Vamos a tener mejor divisiones menores si dejamos de ir al estadio? ¿Nuestros clubes serán mejores si dejamos de consumir cerveza? ¿Vamos a clasificar al Mundial si es que dejamos sin dinero a la FPF? ¿Cuál es la relación directa entre lo que propone y lo que, en teoría, se quiere (que Perú vaya al Mundial, naturalmente)? A cualquier protesta le debe seguir una propuesta: sin ésta, la primera pierde sentido.

Para nadie es desconocido que el fútbol se ha vuelto un gran negocio, inclusive a nivel de selecciones. Podemos estar en desacuerdo, pero la realidad es esa y, a pesar de ella, es necesario que (auténticas) propuestas se abran paso para que no se vuelva a repetir otro fracaso. Aquí siguen algunas de un hincha sufrido que, por razones de la vida, prácticamente siguió los partidos de la selección por radio:

Es necesario un recambio generacional. Jugadores como Pizarro, Vargas, Lobatón o Rodríguez que fueron importantes en los últimos años, ya no estarán más. Otros, como Guerrero y Farfán, comenzarían las próximas eliminatorias con 31 años (ambos son de la categoría 84’). Pienso en Yordy, Benavente, Flores, Duarte, Hurtado, Ávila, y veo que hay material humano para ser trabajado, pero no hay mucho tiempo: en dos años jugamos la Copa América y, meses después, se inicia un nuevo proceso. Hay que llegar listos a ambos torneos. Es necesario que se trabaje principalmente con los jóvenes, que se les haga jugar juntos y, sobre todo, que se les inculque una idea ganadora: muchas de nuestras promesas ya sufrieron una dolorosa eliminación en el Sudamericano sub-20 de este año. Tienen que aprender esa lección.

Por tanto, ¿debe quedarse Markarián? Creo que no. Llegó para hacer su mejor esfuerzo, sabía que agarraba un fierro caliente, pero, a pesar de ser un gran estratega y líder, no consiguió la meta, es decir, fracasó. Nadie puede cuestionar su trabajo: simplemente los resultados (algunos por su culpa) no se dieron. Es notorio que quedó desgastado con el proceso y, además, no es un formador, que es lo que necesitamos. Tranquilamente puede regresar a su país con la cabeza en alto.

Es absolutamente clave que nuestro fútbol local sea más competitivo, y ello sólo se logrará si es que todos los equipos funcionasen como empresas. No sólo habría más dinero en juego (lo cual implica directamente la posibilidad de tener planteles más interesantes y un trabajo en serio con las divisiones menores) sino también una mayor profesionalización, sin huelgas, sin problemas con la Agremiación, con la posibilidad de invertir en infraestructura, pero, sobre todo, con la idea de ir ganando, poco a poco, presencia a nivel continental. Chile es un gran ejemplo: hace pocos años su fútbol estaba quebrado, hubo una reestructuración brutal y, poco después, la U de Chile salió campeón de la Copa Sudamericana.

La prensa televisada y escrita de nuestro país juega su propio partido: es triunfalista o pesimista, y pocas veces ha adoptado una postura intermedia, responsable. Claro, se privilegia lo que más vende, así sean comentarios disparatados o análisis, por decir lo menos, bastante cuestionables, pero es necesario que se tenga la conciencia que hay que empujar el carro desde el mismo lado. Nunca hay que dejar de criticar, pero las críticas siempre tienen que ser constructivas.

Los hinchas, ¡ay, los hinchas! (y sobre todo los que nunca vieron al Perú en un Mundial, como es mi caso) debemos tener paciencia y entender que, hasta ahora, poco se ha hecho para ver materializado nuestro sueño. Y es que más allá de las entradas caras y de la clara manipulación de los medios, existen muchos fanáticos que no necesitan de nada de eso para alentar al Perú y que, por tanto, nunca dejarán de ir al estadio. Y es bueno que así sea. Tendremos nuestra revancha.

Sin embargo, sinceramente pienso que no llegaremos muy lejos si Manuel Burga continúa como presidente de la FPF. No sólo por su comprobada mediocridad e incompetencia para dirigir los destinos de nuestra selección, sino porque necesitamos gente que piense en grande para Rusia 2018. Precisamos de ganadores. Y Burga, con sus cuatro rotundos y estrepitosos fracasos, es la persona menos indicada para “ir a triunfar al Mundial”, como dice esa cancioncilla que, paradójicamente, aún no deja de resonar en nuestros oídos.

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