Sobre Montero Aroca y otras irresponsabilidades

Un entusiasta amigo mío que estudia Derecho dijo en su facebook que Juan Montero Aroca era el procesalista más leído del mundo. Intrigadísimo, le pregunté qué lo llevó a decir algo así. Me respondió que dos profesores se lo dijeron. Luego, después de reflexionar profundamente sobre el tema, concluí que la culpa no es de él, pues como todo alumno (yo lo fui hace pocos años) la ignorancia y el entusiasmo llevan, muchas veces, a pensar tal como los profesores piensan y decir lo que ellos dicen. Esto es normal: los alumnos son como una esponja y absorben no sólo lecciones, sino también este tipo de frases categóricas, seductoras, dado que mediante la repetición de estas frases se quiere evidenciar que ya se tiene algún conocimiento. A pesar que se les incentive la reflexión crítica, no tienen los medios ni el saber necesario para distinguir cuándo se trata de una afirmación brillante, o cuando se trata nada más que una vulgar mentira.

Que Montero sea el «procesalista más leído del mundo» es, precisamente, una vulgar mentira. En primer lugar, es imposible saber si alguien es más leído que otro, pues se trata de un dato inalcanzable. A lo sumo se puede decir que alguien publicó más obras, o que es el más citado (y esto último también es algo casi imposible de verificar), a partir de lo cual se podría inferir que es muy leído, sin ningún tipo de pretensión de rigurosidad.

En segundo lugar, ser el «procesalista más leído del mundo» implica, evidentemente, un juicio histórico, puesto que aquellos grandes procesalistas que ya murieron hasta hoy siguen siendo leídos, sólo que Montero los supera. Entonces, nos encontramos realmente ante la afirmación que Montero es el autor más leído en la actualidad frente a cualquier autor que ya escribió sobre proceso civil.

En tercer lugar, es evidente que para cualquier estudioso que realmente conozca la magnitud de la obra de algunos juristas, decir que Montero es el más leído sonaría a chiste. Hasta el propio Montero se reiría por compromiso. En efecto, no es posible negar que Montero es conocido en Iberoamérica, pero su presencia es nula o ignorada en países que han producido grandes procesalistas como Italia o Alemania, y en donde hasta ahora se debaten cosas importantes. Y ni qué decir de Estados Unidos e Inglaterra, en donde muy pocos procesalistas del civil law son realmente conocidos. Menos aún de Brasil, un país donde la materia sobre la cual más se escribe es, precisamente, derecho procesal civil, y Montero no es, ni por asomo, un autor al que se le cite. Más bien, sería muy raro verlo citado en la obra de algún procesalista brasileño.

Ya en lo concerniente a Iberoamérica, difícilmente pueda afirmarse algo así. ¿Será Montero más leído que, digamos, Chiovenda o Calamandrei? ¿Será que Derecho jurisdiccional tiene más acogida que las Istituzioni di diritto processuale civile? Nótese que no se está comparando el contenido de las obras (porque hablando de importancia para el derecho procesal civil sencillamente no hay punto de comparación), sino una simple inferencia a partir del nivel de recepción de ellas en la doctrina hispanohablante.

También vienen a la mente las siguientes dudas puntuales: ¿En México se lee más a Montero que a Niceto Alcalá-Zamora y Castillo? ¿En Argentina hay mayor predilección por Montero que por Peyrano o Alvarado Velloso?  ¿En Colombia se prefiere a Montero por sobre Hernando Devis Echandía o Jairo Parra? Ya en el Perú, ¿es Montero un autor más leído que Juan Monroy o que Eugenia Ariano? En mi opinión, pienso que no.

Sólo un ejemplo claro para desbaratar esta idea tan absurda de que Montero es el más leído: Michele Taruffo es un procesalista no sólo muy conocido e influente en Italia, en Brasil y en Iberoamérica en general, sino que también es muy leído en Estados Unidos, pues ha sido varias veces profesor visitante en diversas universidades americanas, tiene muchos artículos traducidos al inglés y hasta publicó un libro con Geoffrey Hazard Jr. («American Civil Procedure«). Ergo,  decir que Montero es más leído que Taruffo sería inverosímil. Exactamente lo mismo se puede decir de Mauro Cappelletti y de muchos otros.

Finalmente, si no es culpa de mi amigo, es claro en quiénes recae la responsabilidad de decir algo tan infeliz y hasta de mal gusto. Evidentemente, la responsabilidad es de esos profesores que, con inusitado desparpajo, con inexplicables intenciones y con una ignorancia atrevidísima, imperdonable para alguien cuya función es contribuir decisivamente en la formación de futuros procesalistas, pueden lanzar afirmaciones que no hacen más que perjudicar a aquellos que, con gran entusiasmo, están dando sus primeros pasos en esa materia tan hermosa como es el proceso civil. Cada quien puede pensar como le plazca, esto es claro, pero de ahí a decir deliberamente una falsedad tan exagerada a los alumnos denota una falta de compromiso y seriedad en la función docente.

Pero lo que más me alarma es que esto haya sido dicho en la Universidad de Lima, mi querida alma máter. Una razón más para estudiar con mayor ahínco y luego hacer todo lo que esté a mi alcance para comenzar a enseñar allí y combatir contra tan nefastas influencias.

7 Comments on “Sobre Montero Aroca y otras irresponsabilidades”

  1. Más allá de combatir influencias, lo cual no critico pues me parece muy necesario, sería bueno apostar por desarrollar el sentido crítico del alumnado… que no se crea todo lo que se afirma en clase y que investigue antes de repetir … solo basta un poco de curiosidad, como cuando se es niño y no se deja de preguntar el porqué de las cosas.
    Ah, también se me vino a la cabeza que para tener un dato así (‘el procesalista más leído’) habría que tener acceso a la base de dato de las bibliotecas de las universidades donde se enseña procesal y luego de las editoriales que han publicado o publican libros y revistas de derecho procesal … a nivel mundial claro! ardua tarea pero pasible de ser realizada creo yo… lo que no significa que es resultado sea útil para algo.
    slds.

  2. Creo que fue un desliz de algún docente recogido con cierta ingenuidad por un alumno, haces bien en rebatir tal inexacta afirmación.
    En efecto, Montero Aroca no llega a tener la altura procesal de renombrados maestros, de la talla de Calamandrei, Taruffo, entre otros, propia de aquellos, a lo sumo gozara de cierta mayor publicidad, con una justificación ideológica liberal que comparto, pero que no la suscribo en materia procesal, pues la práctica nos hace aterrizar y valorar que lo adjetivo es cada vez mas sustantivo, el tema de la prueba para resolver de manera justa una causa es prueba fiel de ello,
    Atentos saludos,
    Hans

    • Gracias por comentar, Hans. Según lo que me contó mi amigo, no fue exactamente un desliz, sino una afirmación propositada, quién sabe con qué fines (impresionar, quedar bien con el invitado, etc.). Por cierto, sólo como comentario, pienso que no debería identificarse lo «sustantivo» con el derecho material, ni lo «adjetivo» con el derecho procesal. Ello denota a éste último como mera forma del segundo, y, por otro lado, como si el derecho procesal no tuviera «sustancia». Ambas cosas son equivocadas.
      Saludos,
      Renzo

    • ¡Gracias por comentar! Lo que dices es muy preocupante: aunque el «Manual» de Montero es bastante didáctico, en cuanto a contenido hay autores mucho mejores. Imagino que el curso a que corresponde esa separada debe ser ejecución. Siendo que el tema en el Perú es casi virgen (lo mejor que aquí se ha escrito sobre el tema es el «Proceso de ejecución» de Eugenia Ariano hace más de una década y sus artículos posteriores) debido a que la regulación del CPC es pésima, creo que el profesor debería hacer un mayor esfuerzo por ofrecer, por lo menos, un material de lectura más variado. Por lo menos, el alumno debería saber de la existencia de «Processo de execução» de Liebman, «L’esecuzione forzata» de Satta y de las monografías «Azione esecutiva: contributo alla teoria unitaria dell’azione e del processo» y «L’esecuzione forzata in forma specifica (premesse e nozioni generali)» de Mandrioli, así como conocer varias cosas de enorme valía que se han escrito en doctrina brasileña. Pero el problema está… cuando ni siquiera el profesor conoce esos textos.
      Saludos,
      Renzo

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