La carrera por la presidencia en el Perú: paradojas e injusticias
Hace tiempo que muchas cosas me molestan de la forma cómo se viene dando la campaña presidencial en mi país. Por fortuna, mis sensaciones son también las de Patricia del Río, una destacada periodista peruana. Transcribo su columna de hoy en Perú 21.
«Por una mejor campaña (para leer tomándose una coca cola)
Por cada mechón de pelo que se cortan los candidatos para demostrarnos que no se drogan, hay más de 100 mil toneladas métricas de hoja de coca sembradas en nuestro país, sobre lo que no escuchamos ninguna propuesta electoral seria.
Por cada bailecito, dancing o pasito vergonzoso que se echan los aspirantes a presidentes en calles y plazas para ganar votos populares, hay 3 millones de peruanos con alguna discapacidad que esperan programas que les aseguren ciudades preparadas para movilizarse.
Por cada plato de olluco, charqui, o combinado que devoran estos señores frente a cámaras, todavía tenemos 425 mil niños peruanos que se van cada noche muertos de hambre a dormir, porque padecen de desnutrición crónica.
Por cada polito que regalan los políticos con su cara sonriente al lado de su numerito, mueren más de 500 personas en las zonas altas del Perú, y más de 20 mil enferman de neumonía, por no tener con qué abrigarse.
Por cada salud compadre, o brindis parrandero, que se pegan en sus mítines quienes pretenden dirigir el país, y por cada botellita de vino con la cara feliz del presidente, diez peruanos pierden la vida, cada día, en accidentes de tránsito provocados muchas veces por el consumo de alcohol.
Por cada insulto gratuito que se lanzan los rivales políticos, las más de 100 mujeres que morirán masacradas, insultadas y torturadas por sus parejas esperan alguna propuesta contra la violencia familiar.
Por cada cura, periodista o político que insiste en tratar a su rival de maricón e intolerante, hay decenas de brutales policías agarrando a jóvenes homosexuales a patadas en las calles por cometer el pecado de besarse.
Por cada sol invertido en millonarios spot electorales, en los que aparecen los candidatos muy bien maquillados sin proponer nada interesante, hay más de cinco millones de niños que aún no entienden lo que leen, que esperan más recursos para su educación.
Por cada mensajito, insulto o saludito enviado por los candidatos vía Facebook o Twitter hay 75% de peruanos, sin acceso a Internet, que no se enteran de nada.
Por cada chapuzón electoral en piscinas, parques zonales, playas y charcos, más de 6 millones de peruanos viven sin contar con el servicio de agua potable.
Por cada aporte fantasma a las millonarias campañas electorales que los candidatos se niegan a esclarecer, 6 mil millones de soles se pierden anualmente por corrupción en el Perú.
Por cada promesa falsa, payasada electoral, snobismo mediático, o gesto mamarrachento de los que ha caracterizado hasta ahora esta frívola campaña electoral, hay 28 millones de peruanos esperando ansiosos mensajes claros, propuestas viables y candidatos decentes, que les aseguren un futuro mejor».