«Hacer patria»
Ayer fue la primera vez en mi vida que, en una ceremonia privada, canté el himno nacional.
Además de volver a apreciar la bellísima música y la poesía que la adorna, y, por supuesto, de emocionarme casi hasta las lágrimas, tuve la oportunidad de reflexionar sobre la consabida frase “hacer patria”. ¿Qué significa tal cosa? Podemos ensayar una definición: sería realizar alguna actividad que, en mayor o menor medida, contribuya directamente con algún aspecto del país, conducido por un interés que trascienda al personal.
Por tanto, hace patria un policía que va al VRAEM a combatir el terrorismo; un juez que soporta presiones políticas, pero al final está comprometido con resolver bien; un maestro de primaria que enseña a niños a escribir; un presidente de la República que no entró para levantarse el país en peso; un activista de derechos humanos, protestando por la desigualdad.
No es posible negar que tenemos metas personales que satisfacer, obligaciones que cumplir y cargas que sobrellevar. Esto, por supuesto, ocupa parte de nuestro tiempo, de lo cual, muchas veces, no estamos dispuestos a abdicar. “Hacer patria” no requiere necesariamente tener vocación para el servicio público, aunque, verdad sea dicha, es allí donde uno puede tener una contribución mucho más decisiva. Son estas personas, de hecho, las que deben estar en altos cargos de poder.
No obstante, vale la pena reflexionar sobre qué es lo que hacemos, además de cuestionar a nuestros políticos, jueces o conciudadanos, para que nuestro país pueda estar un poco mejor cada día. ¿Damos pase al peatón al doblar? ¿Echamos basura a la calle? ¿Buscamos beneficios ilícitos apelando a la amistad?
No es posible negar que, muchas veces, existe un discurso profundamente ambiguo entre lo que quisiéramos para nuestro país, de un lado, y, de otro, hacer cosas que van en el sentido directamente opuesto de esos buenos y sinceros deseos. En tales situaciones no es el Presidente, los jueces o los políticos los que están mal: somos nosotros mismos.
En mi caso, hace patria es tener la oportunidad de reunirme cada semana, con profesores que admiro y amigos que aprecio, en las instalaciones del Ministerio de Justicia, para debatir sobre la realidad de la justicia civil peruana, poder contribuir con algunas ideas y ver redactadas nuevas disposiciones normativas. Todo ello ad honorem.
Pero hacer patria, para mí, también enseñar en facultades de derecho, preparando el mejor syllabus posible, para formar a futuros abogados, destacando la importancia de estudiar los fundamentos teóricos del derecho, de ser correctos en la profesión y, por supuesto, de incentivarles para que ellos también hagan patria.
Porque “hacer patria”, al final, como dijera el dilecto amigo mío que organizó la ceremonia privada donde cantáramos nuestro himno, exige que aquellos que, por su cuenta, están haciendo las cosas bien, se encuentren mutuamente.